Construcción de una cultura de paz

Segundo Trimestre
Boletin de Divulgación
Escrito por: Lic. Carolina Murillo Quintero
Visitas únicas: Contador de Visitas Únicas | CEE PVEM Puebla

Es complicado pensar que alguien no estaría según con esto; no obstante, hemos sido testigos de cómo la violencia marcó el siglo XX y cómo, pese a que a partir del fin de la segunda guerra mundial el número de conflictos armados entre naciones se disminuyó, ha habido un fundamental aumento de los conflictos armados al interior de las naciones y el número de individuos desplazadas gracias a ello es el mayor de la historia: Según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el número de individuos desplazadas de su sitio de procedencia como resultado de la persecución pasó de 42.7 millones en 2007 a 68.5 millones en 20173. En México el panorama es complejo: luego de 2 años de la escalada de la violencia, y por primera ocasión en 20 años, la tasa de asesinatos de México en 2017 excedió la de 2011 —antes considerado como el punto más alto de la guerra contra el narcotráfico—, lo cual lo ha convertido en el año más violento en 2 décadas.

Ahora bien, las propiedades de los conflictos posteriores a la segunda guerra mundial obligaron a la sociedad universal a replantearse el término de tranquilidad: puede que haya comunidades que no se encuentren en guerra, y que todavía de esta forma no vivan en tranquilidad. O sea, puede haber otras condiciones que perjudiquen la convivencia pacífica entre los individuos, el desarrollo de la sociedad y los derechos humanos pese a que no haya un problema armado proclamado o guerra.

Esto llevó a expandir el razonamiento de lo cual significa el bienestar, entendiéndola que ésta no es solamente la mera ausencia de conflictos, sino como un proceso dinámico, positivo y participativo, en el cual se pone fin a la violencia del pasado, se evita cualquier ocurrencia o recurrencia de la violencia, se reconoce que los patrones locales de exclusión y discriminación tienen que convertirse, y en el cual todos los competidores se comprometen a cooperar y actuar en dicha transformación para afrontar los inconvenientes más urgentes y más amenazadores que confronta la sociedad.

En este sentido, edificar y conservar el bienestar no sólo necesita desplegar esfuerzos para contener y atender los conflictos cuando dichos han estallado, sino que también es necesario adoptar medidas para prevenirlos y para afrontar a sus razones más profundas.

Se ha identificado que algunas de las medidas que pueden llevar a cabo los gobiernos para impedir el estallido de conflictos son:

- Fortalecer el Estado de derecho. - Promover el desarrollo social y el desarrollo sostenible. - Erradicar la pobreza. - La reconciliación de los distintos grupos sociales y promover la unidad por medios como el diálogo inclusivo y la mediación. - Fortalecer el acceso a la justicia y la justicia de transición. - La rendición de cuentas, la buena gobernanza y la democracia. - La igualdad de género y participación decisiva de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y de pacificación. - El respeto y la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Aquí es importante señalar aquí la seguridad (entendida ésta como la combinación de las acciones de los cuerpos y las estrategias de seguridad) juega un papel clave para el mantenimiento de la paz: es imposible creer que ahí donde imperan la inseguridad y la violencia será posible sostener la paz; sin embargo, para hacer que la paz perdure, también es importante garantizar otra serie de condiciones. El Índice de Paz México 201811, identifica que un marco de seguridad pública y paz integral e integrado requiere, cuando menos, de los siguientes aspectos:

- Reducir la corrupción y la impunidad. - Desarrollar la capacidad institucional junto con la transparencia y la rendición de cuentas. - Proteger los espacios públicos. - Crear confianza en las instituciones públicas al demostrar los avances logrados.. - Hacer frente a la dinámica específica subyacente a la violencia con armas de fuego, el comercio ilegal, la extorsión, el secuestro y las distintas formas de homicidio.

Se ha identificado que, debido a la naturaleza, dinámica y características de los gobiernos locales, estos pueden contribuir de manera muy concreta a la construcción y sostenimiento de la paz de tres maneras:

1. Brindando servicios públicos de calidad y promoviendo un desarrollo sostenible de manera más efectiva y eficiente. La adecuada gestión de la prestación de estos servicios puede contribuir a mantener la paz debido a que, como las dependencias y entidades municipales suelen ser el primer punto de contacto de la población con las instituciones públicas, éstas se encuentran en una posición privilegiada para tener, de primera mano, información sobre las necesidades de la población local, las desigualdades que se viven (o que se sienten) y los potenciales conflictos, lo que a su vez permite responder a las necesidades de las personas, abordar las desigualdades a nivel local y aprovechar las capacidades existentes para la prestación de servicios. Además, se ha identificado que cuando los gobiernos locales proporcionan los servicios básicos de manera justa, equitativa y confiable, puede aumentar la visibilidad, credibilidad y legitimidad del gobierno.

2. Dando voz a las personas de manera representativa e inclusiva. Esto se puede lograr tanto representando a la diversidad de visiones e identidades de los grupos sociales locales, como dándoles oportunidades para participar y transmitir sus intereses y necesidades a los actores de nivel superior (por ejemplo, en los gabinetes municipales, en las sesiones del Ayuntamiento y en los trabajos de sus Comisiones, así como en el congreso local y otros cuerpos de coordinación intergubernamental). En particular, esto puede dar voz a los grupos históricamente desfavorecidos o aquellos que están poco representados en los niveles más altos de gobierno. Se ha documentado en diversas ocasiones que cuando se involucra a la población local en la formulación de las políticas, las personas no solamente se sienten más responsables de los asuntos públicos, sino que también “aumenta la participación pública, alienta a las personas a escuchar una diversidad de opiniones y contribuye a un mayor grado de legitimidad de las decisiones”.

3. Fomentando la voluntad política para resolver conflictos y mantener la paz.

Así pues, a manera de resumen, es importante tener en consideración que hablar de construcción de paz a nivel local no sólo hace referencia a un estado a alcanzar, sino que se trata de un proceso vivo y dinámico, que requiere prevenir e identificar los posibles conflictos antes de que estos estalle, tratando de cubrir las necesidades de toda la población, reduciendo las desigualdades, garantizando la participación de las personas en la agenda de desarrollo, particularmente de aquellos que históricamente han sido desfavorecidos, y garantizar que la comunicación política abone a la solidaridad entre las personas.

TOP